jueves, 27 de diciembre de 2012

La decisión


Donde se empiezan a escribir unas páginas maravillosas de mi vida.

Hacía ya dos años que había ingresado como miembro de AIESEC en mi ciudad. Entré a la organización porque quería irme de intercambio para Turquía y veía todas las posibilidades a mi favor por medio de ésta ONG. Cuando entré, empecé a conocer muchas personas y a identificar mejor los procesos que se llevaban a cabo para traer personas de otros países y para que colombianos también tuviéramos esa oportunidad. Me enamoré totalmente del trabajo que se realizaba y empecé a trabajar como miembro de un equipo.


Pasaba el tiempo y todavía no se cumplía mi primer propósito que era hacer un intercambio, estaba súper animada con lo que venía haciendo y no quería dejar todo el trabajo iniciado para viajar.

Empezando el 2012 recibíamos muchos practicantes de Brasil, además de que por medio de la Internet conocí a muchas personas de ese país; la verdad no me interesaba aprender portugués y tampoco tenía ganas de viajar a un país "allí cerquita", yo quería conocer una cultura diferente, que también estuviera obligada a hablar inglés, donde yo no pudiera hacer uso del español porque nadie me iba a entender.


Pues bien, la vida no siempre funciona con nuestras ideas y, muchas veces, aquello que no queremos se convierte en un sueño increíble. Por medio de AIESEC comencé a mirar algunas prácticas que tenían disponibles en Brasil y en Turquía, las del primer país estaban muy conectadas con mi carrera (y eso era lo que necesitaba) en cambio en el país turco eran un poco diferentes. Ahora era cuando todo se ponía complicado, pues se empezaba a despertar un interés muy grande en mí por viajar a Brasil.



Fue ahí cuando conversé con personas que conocía allá, con amigos que ya habían ido, con brasileños con los que tenía cierta cercanía y estaba fascinada con la idea de realizar el viaje aunque no supiera ni una palabrita en portugués. Luego venía la decisión de irme al norte o al sur: quedan realmente lejos uno del otro. Si escogía el sur, probablemente no conocería el norte y viceversa. Finalmente cuando decidí que quería mucho estar en el sur, me di cuenta de que en Brasil hay invierno; yo como muchos otros extranjeros, me imaginaba que era un país como Colombia donde tal vez llovía pero nada para preocuparse. Fue entonces cuando un amigo que estaba en el sur me dijo: "hoy estamos a 2° y se va a poner peor para mitad de año". 



¿Por qué me iría para Brasil en un invierno tan cruel cuando en Turquía estarían en verano? Verano en el mediterráneo, ¿quién lo rechazaría? 

Pues me arriesgué a vivir la experiencia, el mismo día compré abrigos, guantes, bufanda, medias y todo lo que podía ver que me sirviera para que no fuera muy aterrador el encuentro con aquél clima. En mi familia estaba la duda e insistían con que lo pensara bien y decidiera cuál sería el mejor destino. Pues el destino elegido fue: Joinville, Santa Catarina, Brasil. ¿Join qué? ese nombre suena como a país europeo, no vaya a ser que esté haciendo contrato con un lugar imaginario. Otro choque sin salir todavía del país.


Me hicieron una entrevista, todo fue genial con el brasileño que me entrevistó: estaba más encantado el con Colombia y tenía más preguntas sobre el país que sobre mí. Días después me confirmaron que había sido aceptada y ya tenía mi intercambio. Profesora de español para jóvenes y adultos en un colegio. Por esos días también me confirmaron que tenía una familia, ¡una familia brasileña! qué emoción sentía. Hablé por primera vez con una de las hijas, Lara, con quien me sorprendí pues hablaba español y fue más fácil comprender todo el proceso que iniciaría. 

El martes 15 de mayo salí de Medellín, con destino a São Paulo. Las despedidas fueron muy bonitas y emotivas. La semana antes del viaje me reuní con muchísimos amigos, fuimos a comer, a bailar, a conversar por esa última vez. Fueron varios días de encuentros y mensajes especiales, de recuerdos, regalos y memorias que siempre tengo en el corazón.
El día del viaje fui al aeropuerto con mis papás, mis hermanos y mi padrino. Allí estaba esperándome, también, Sandra. No podía irme sin que nos despidiéramos. 

Llegué iniciando el 16 de mayo. Una fecha que marcaría el comienzo de muchas vivencias, alegrías, personas maravillosas y que terminarían con ese sentimiento tan brasileño: SAUDADES!
Muchas veces, esas historias, sólo se viven y se sienten una vez. Además nadie las va a sentir como quien de verdad las vivió. Quiero compartir todos esos momentos y sentimientos bonitos, chistosos, extraños, en fin! que puedan disfrutar y conocer al menos una parte de mi experiencia en Brasil. 








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