lunes, 15 de abril de 2013

Colégio supletivo Professora Neide Krüger, Joinville- Santa Catarina

La práctica que realicé en Brasil fue en un colegio de esos que aquí conocemos como "colegios para validar", ubicado en la ciudad de Joinville (estado de Santa Catarina)
El colegio está bien ubicado en la ciudad y me quedaba fácil desplazarme, no más de diez minutos a pie desde la casa. Está al frente del batallón de Joinville, además de tener supermercados, almacenes, peluquerías, panaderías y hasta un centro comercial muy cerca. Tenía todo cerca y muy buen servicio de transporte.




La descripción de la práctica la pongo a continuación con el fin de que conozcan un poco lo que tenía asignado por parte de las directivas de la instutición, también porque a través de las actividades realizadas se ve reflejado que en esta profesión como docentes nunca se siguen los planes al pie de la letra.

  1. El practicante trabajará en el proyecto educativo "Ciudadano global" en una escuela privada. Estará encargado de dirigir exposiciones y conferencias sobre medio ambiente, cultura, liderazgo, emprendimiento a estudiantes de más de 18 años. 
  2. Planear y organizar un evento para el final de práctica (Global Village) donde deberá preparar una presentación de su cultura, para que los estudiantes conozcan sobre su país y costumbres. 
  3. El practicante deberá asistir a reuniones en las que la institución requiera de su presencia para deliberar temas educativos y sobre el desempeño de los estudiantes.
  4. El practicante debe realizar actividades extra curriculares en el colegio, según sea requerido. Clases de matemáticas, idiomas, cultura, realizar salidas pedagógicas y otras actividades.

La práctica en el colegio empezó el día viernes 1 de Junio del año 2012

Primer día:

El primer día las personas responsables de mi práctica me llamaron para concretar la cita y visitar al director del colegio. Por parte de AIESEC, los practicantes siempre cuentan con una persona que es como su "madrina" o "padrino" en el otro país y que le puede ayudar en lo que necesite. Mi madrina se llama Manuella Maia y fue quien me recogió en la casa para enseñarme el camino y las diferentes formas de llegar hasta el lugar de trabajo.

Ese primer día fuimos caminando y así pude reconocer un poco el camino. Esperamos en la cafetería mientras nos atendían y aprovechábamos para practicar inglés. Pues ella no sabe español y yo en el momento no tenía ni idea del portugués. Después de esperar un rato, Manuella entró y habló con la secretaria y continuábamos esperando. Finalmente el director, Nilo, salió y nos recibió, entramos a un salón y ellos dos empezaron a conversar (no entendí nada de lo que hablaban) Manuella se encargaba de traducir lo que el director decía y a la vez conversaba con él sobre lo que yo pensaba y opinaba. 

En ese día no tuve mucha interacción con las personas del colegio pues los que estaban presentes no sabían hablar español ni inglés, pero me sentí muy bien recibida y me hacían muchas preguntas. Pudimos concretar con el director las actividades que se realizarían en los cuatro meses de práctica, y de la descripción presentada al inicio, cambiaron varias ideas ya que él estaba muy interesado en que se diera énfasis en los idiomas y no tanto en emprendimiento y cultura. 

Segundo día:

Ya iniciaba otra semana entonces era más fácil conocer la dinámica del colegio. Llegue media hora antes de lo requerido y me quedé hablando con la secretaria, o bueno, intentando hablar con ella. Me dijo que yo podría escoger durante las primeras semanas las clases que me interesaran para entrar como "invitada", pues así podría identificar cómo se trabaja en el colegio, además de conocer a los estudiantes y el comportamiento de ellos durante las clases.
Todavía no había hecho mi elección y entró un profesor a la sala (Jose Luis Cordeiro), empezamos a hablar y me contó que le gustaba mucho el español, que se sentía muy feliz porque iba a poder practicarlo y, además, me contó que en el colegio había una estudiante de Paraguay con la que podría hablar para que no me sintiera tan desubicada. Conversamos bastante tiempo y fue así como decidí entrar a la clase de él: geografía.

Entramos al salón y los estudiantes iban llegando, ya se les veía que tenían un tiempo juntos pues compartían y hablaban entre todos. En esa primera clase el profesor no les contó que yo iba a ser la profesora de lengua extranjera, me presentó como una estudiante de intercambio y toda la clase de hacían preguntas sobre Colombia. Fue muy interesante pues también aprendí cosas que no sabía y recordé otras que ya había olvidado. Trabajamos con un texto guía en el cual aparecía Colombia, entonces en ese momento ya todos lo reconocían mejor y se veían interesados con aprender más.

La clase se terminó y yo me sentía más como una compañera de clases que como la futura profesora de ellos, ya me trataban como otra del curso y además le contaban a los de otros salones que yo era una estudiante nueva que iba a hacer el año completo con ellos. 
Esa clase me sirvió para conocer a los estudiantes de ese grupo y pude identificar algunos comportamientos específicos de varios alumnos, así como la forma de dar la clase por parte del profesor.

Tercer día:

Otra vez me encontré con el profesor José Luis en la secretaría, iba a entrar a la clase de portugués pero la profesora no llegaba así que entré de nuevo a la clase del primer profesor, esa vez ya sería una clase de historia y con otro grupo.
Duró bastante tiempo la presentación y el espacio para hacerme preguntas, además el tema de la clase sirvió bastante para ellos salir de dudas, estaban estudiando toda la región de América del Sur y aprovecharon para solucionar algunas dudas.

Leyeron un poco durante la clase y me contaron sobre la historia de Brasil, todo el tiempo intentaban hablar en español, un español que terminaba siendo "portuñol" y que pocas veces llegaba al punto exacto. Ese día sí pude contarles que los iba a acompañar en las clases de lengua extranjera, así que fue una relación diferente pues desde el principio ya me trataban como una profesora y no como una estudiante, siendo yo menor que la mayoría de ellos.

Aquí fue cuando el profesor les enseñó a escribir correctamente mi nombre, especialmente el apellido, pues en el colegio es necesario escribir el nombre del profesor al realizar una actividad o un examen.




Cuarto día:

Conocí a la profesora Tania Braga, una profesora que podría llamarse de áreas integradas. Estaba a cargo de varias clases en el colegio y ya tiene tiempo trabajando allí. Conversamos para ponernos de acuerdo en lo que se realizaría en el salón y llegamos a un acuerdo para ella presentar el tema y yo ayudarle en lo que fuera posible, debido a mi desconocimiento del idioma. Estaba confundida pues no sabía qué reacción tendrían los estudiantes y si podrían aprovecharse de esa que era mi debilidad en el momento.

Afortunadamente estaban estudiando un tema del cual conozco bastante: musulmanes. Pude participar mucho y contarles historias, anécdotas entonces fue una dinámica muy diferente ya que las preguntas que se generaban eran al rededor del curso y no sobre lo que yo hago, lo que me gusta, etc. Les conté algunas de las costumbres que mis amigos musulmanes me han enseñado y les mostré fotos que tengo de dos países que practican esa religión.

Quinto día
Durante ese día se encontraban varios profesores en la secretaría, finalmente la mayoría llegó un poco antes de la clase. El director también estaba allí y me presentó a todos ellos. Había una profesora (Vera) que no parecía muy amable y casi no hablé con ella en ese tiempo, pero cuando los otros profesores se empezaron a ir se acercó a mí y me invitó a su clase de portugués. Me dijo que podía asistir a esa clase si quería, o podía elegir ir a la clase de inglés de su hija Claudia, que también es profesora en ese colegio.

Opté por la clase de inglés, pues así podría aprender más o menos cómo debía trabajar con los estudiantes, conocer los temas que les enseñaban y organizar mi tiempo según como estuviera repartida la clase. Conocí a Claudia, hablé con ella en inglés todo el tiempo, finalmente alguien me entendía. Es una profesora joven, inteligente y dispuesta a ayudar. Todo el tiempo me trataba como a una estudiante pero una estudiante que va a ser profesora, entonces me dio varios "tips", además de sitios web donde podía encontrar lecciones de lenguas extranjeras además de libros, cartillas y guías para realizar exámenes.

El grupo estuvo todo el tiempo muy atento a la clase y se vio reflejado en la prueba que la profesora les realizó. Se veían interesados por aprender inglés y se notaba que ya tenían un conocimiento previo, aunque todavía ninguno tenía la capacidad de comunicarse o de mantener una conversación.




Sexto día:

Volví a encontrar a la profesora Vera en la secretaría, ese día llegué mucho más temprano de lo normal. Ella me dijo que fuéramos a la sala de profesores para hablar sobre cómo estaba siendo mi experiencia y que además me iba a prestar un libro para que me guiara durante las clases que iba a dar.
Entramos a la sala y estaban otros profesores preparando café, nos invitaron a comer y conversamos casi una hora, fue muy enriquecedora la conversación pues aprendí mucho sobre el sistema educativo en Brasil y además escuché las opiniones que ellos tenían sobre él.

Vera me entregó el libro del que me había hablado anteriormente, era un libro sobre cómo enseñar español e inglés, tenía muchas ayudas y era bastante amplia su temática de manera que daban también alternativas para realizar actividades. Fue muy buena esa ayuda y me sirvió durante los días en que fui profesora. 

Séptimo día:

El profesor José Luis me había hablado sobre una profesora de inglés que iba algunos días durante la semana. Ese día la pude conocer, Naomi conversó bastante conmigo y ella quería mejorar su nivel de inglés, entonces nunca hablábamos en otro idioma. Me invitó a su clase, que ese día justamente no sería de inglés sino de portugués.
Era en el mismo salón del primer día, ya con esos estudiantes tenía cierta confianza e incluso cuando me veían fuera de clases se acercaban a mí.

Para esa clase la profesora tenía preparada una prueba, nos leyó un texto y luego individualmente se hizo el examen. Yo estaba incluida en el grupo de estudiantes a evaluar pues querían mirar cómo estaba en portugués. Comencé a solucionar cada una de las preguntas, el resto de la clase fue para repasar los temas mientras ella calificaba. ¡Qué sorpresa! saqué 10 en la prueba y Naomi estaba más feliz que yo. Le contó a todos los profesores y les mostraba mi prueba. La clase terminó pronto y conocí la forma de realizar pruebas de esta profesora. Fue una muy buena experiencia.



Octavo día:

Continuaba en proceso de adaptación a la escuela y a las personas que en ella estaban. Había tenido una buena relación con todos los profesores, de manera que ya la decisión sobre qué salón visitar era más personal. Ese día quise conocer el grupo más grande del colegio, era un salón de personas a punto de graduarse y eran más de 30 estudiantes, la mayoría ya eran también de más de 25 años.
Fue una experiencia que al principio me causó muchos nervios, pues yo ella la menor en el salón y les contarían que yo en cualquier momento les podía dar clases.

Era una clase de sociología, tenían ya programado un trabajo en equipo fuera del salón. Pero el profesor me presentó primero y les contó el motivo de mi visita. Rápido desaparecieron los nervios cuando yo veía que todos me acogían y además empezaron a invitarme para que viera el trabajo que realizaba cada equipo.
Salimos del salón, yo me dirigí a la biblioteca a buscar un libro de sociología, para leer un poco y conocer vocabulario, luego empecé a rotar por los equipos y ¡qué personas tan especiales! como en cualquier trabajo en equipo aquí en Colombia, el primer tiempo lo usaron hablando temas que nada tenían que ver, así pudimos conocernos mejor. Ya cuando vieron que iba siendo hora de descanso, trabajaron mucho y prepararon sus exposiciones.

Después del descanso siguieron trabajando en los equipos y yo me quedé leyendo el libro que había prestado en la biblioteca, mientras la señora de la cafetería conversaba conmigo acerca de la clase y de los alumnos de ese salón.



Noveno día:

Cuando empezaron a llegar los profesores, el director nos citó a una reunión en la secretaría. Allí nos contó que la profesora Naomi había tenido un accidente y no podría dar las clases del módulo que le correspondía, fue una noticia de esas que uno dice que "fue mala pero buena  a la vez". Mala porque estaba un poco mal de salud y porque, además, no había ningún profesor del colegio que pudiera dar las clases de lengua extranjera. Pero ahí viene la parte buena, estaba yo.

La verdad, en ese momento no sé si fue tan buena, porque era un reto aún más grande que ser una auxiliar de un profesor. Entre ellos se miraban, hablaban y a la única conclusión que pudieron llegar fue que yo debía ser el reemplazo de ella. Entonces el director me explicó muy bien lo que pasaba y lo que quería que hiciera. Me dijo que me pondría a prueba esa primera semana y según los comentarios de los estudiantes, podríamos continuar así hasta que finalizara el intercambio.

Acepté con mucho susto, con muchas preguntas, sin saber por dónde empezar. Recordé el libro que la profesora Vera me había prestado y comencé a leerlo desde la primera página, busqué los sitios de internet que la profesora Claudia me recomendó y me imaginaba cientos de cosas que podría hacer. Al finalizar esa jornada, el director nos volvió a reunir y comunicó que el pensaba que lo mejor sería que yo les diera clases de español y no de inglés, pues él buscaba hacer cambios en el colegio y el español no había sido el fuerte durante los últimos años. Todos parecían muy animados y a la expectativa, con los ojos puestos en mí.

A partir de esa decisión, mi horario ya cambiaría: Los lunes, martes y miércoles debía trabajar en la mañana como profesora principal y por la noche como auxiliar. Parecía doble trabajo y estaba realmente confundida. me encontraba frente a una situación tan real de la vida docente que sinceramente me emocioné demasiado.

Décimo día:

El primer día como profesora principal y ese día, sí, eran nervios de verdad antes de entrar al salón. Pero sabía que me tenía que calmar y demostrar seguridad frente al que sería MI GRUPO por muchos días.
Mientras yo sacaba las tizas y unas fotocopias, el director los estaba organizando a todos en el salón. Cuando yo llegué les habló de mí y les dijo: ella es profesora de lengua extranjera, les va a dar medio curso de español y medio de inglés (eso yo no lo sabía) pero ¡me gustó lo que habló! les dijo que yo les hablaría en español todo el tiempo, y la verdad es que tampoco estaba en la capacidad de darles una clase en portugués. Así empezaba mi primer día y me sentía bien recibida por parte de mis alumnos.

El director se fue a su oficina, intenté presentarme yo misma en un grandioso "portuñol". A veces ni sabía si las palabras que usaba existían en algún idioma en el mundo. Pero todos decían que sí entendían, como siempre. Les pedí también que se presentaran, así iba memorizando nombres. Les pregunté si sabían algo de español y varios tenían idea sobre el idioma, conocían palabras e identificaban algunas cosas por propagandas que han realizado en la televisión nacional.

No me habían informado, pero en ese salón estaba la estudiante de Paraguay, la que mencioné anteriormente. Le iba a enseñar español a alguien que ya lo hablaba. ¿Cómo podría tomar esa situación? ¿se iba a convertir en un obstáculo? o por el contrario ¿sería una buena ayuda?
Conversé un poco con ella y todos eran encantados escuchando, aunque no entendieran. Ese primer tiempo se fue rápido en conocernos. Salimos al descanso y veía como todos los profesores se acercaban a ellos a preguntarles cómo había sido mi clase. No supe qué respondían pero se veían caras sonrientes.

Después del descanso, comencé a enseñarles el abecedario, para que pudieran identificar el sonido de cada letra y combinaciones como "CH", "GUE", "GÜE". Todos tomaron nota y participaron mucho. También les enseñé los números, los colores, los meses y los días de la semana. Yo estaba llena de tiza y muy feliz, no quería que se acabara el día. 

Regresé a casa y preparé la presentación para la noche. Ya esa semana era de mucha participación mía y ya no era una estudiante.
Llegué a la jornada nocturna y trabajé con un grupo de 7°-8° grado. Les llevé copias con trabalenguas, las leí yo primero y luego ellos también las repitieron. Fue muy divertido y el profesor principal también participó. Luego de los trabalenguas, ellos me pidieron que les enseñara cosas "básicas" en español. Les enseñé también el abecedario, porque si no conocen de manera correcta cada letra, lo van a pronunciar como lo hacen en portugués. Entonces por eso pienso que es el primer paso. También aprendieron saludos, preguntas de ubicación, la hora y palabras del lenguaje informal.


Décimo-primer día:

Durante la mañana volví al mismo grupo (ese ya sería mi grupo hasta agosto) el día anterior había faltado una estudiante, pero no me imaginaba que iba a ser la causa del día más extraño que viví, si así se puede llamar, porque no me pareció malo en ningún momento.
La chica llegó muy temprano, yo estaba escribiendo la actividad en el tablero, entró un poco constipada al salón, se sentó en la parte de atrás y conversó con uno de sus compañeros. Me preguntó si yo solamente iba a enseñar lengua extranjera, le conté que por ahora iba a ser sólo español, pero que más adelante podría ser inglés también. Todo se quedó así.

El salón ya estaba lleno entonces saludé a los estudiantes y en ese mismo momento, la chica mencionada al inicio, salió del salón. Todos, absolutamente todos, la miraron pero nadie dijo nada. Me imaginé que iba al baño o que se sentía indispuesta y  no podía dejar a todo un salón esperando por mi clase. Me tranquilicé cuando vi que se sentó en la secretaría.
Les enseñé los pronombres y les puse ejercicios sobre ellos. Fue un poco difícil la explicación del tema porque ellos querían traducir textualmente desde el portugués, pero finalmente parecía que entendían. La estudiante de Paraguay intentaba explicarles también.

A la hora del descanso todos los profesores estaban reunidos en la sala y muy preocupados. Se disculparon conmigo por lo que había ocurrido con la niña que se salió del salón. Conversé con ella y me contó que no quería aprender ningún idioma, que no le gustaba esa clase y que ella no iba a entender lo que yo explicara, pero aún así entró al salón después del descanso y tomó nota del tema explicado. Les hice un examen corto sobre los pronombres, cada uno debía subrayar el pronombre adecuado en las oraciones. Me dio tiempo de calificar y a todos les fue muy bien, incluyendo a la estudiante que me había causado un ataque de pánico y cuestionamiento sobre mi carrera. 

En la noche la clase fue sobre las regiones de Colombia, llevé videos, fotos, canciones y todos estuvieron muy participativos. El profesor de geografía me ayudó mucho en esa parte. Cambiaron la perspectiva que tenían del país y, claro, no faltaron las preguntas típicas de alguien de otro país a un colombiano. ¡Hasta me preguntaron si nosotros teníamos computadores y televisores!
Me alegra haberles aclarado esa duda. 

Décimo-segundo día:

La verdad, llegué al colegio predispuesta a que la estudiante del día anterior no asistiera a la clase. Pero menos mal mi pensamiento fue errado y llegó primero que todos y me preguntó sobre lo que se había realizado la clase pasada, además de otras preguntas que tenía sobre el español. Estuvo en una tónica completamente diferente y se sentó en la primera fila.
Les entregué los exámenes y los revisamos entre todos, cada uno hacía aportes. Como lo dije anteriormente, a todos les fue muy bien, pero entre las notas buenas la que era más bajita era precisamente de la estudiante de Paraguay. Seguía sorprendiéndome en el colegio.

La dinámica era enseñar un tema, hacer ejercicios, resolver preguntas y después del descanso hacer una prueba. Todos los días debía ser así.
El tema para esa sesión fue "presente". Les expliqué la teoría, pues ellos siempre tomaban nota de ella, luego les puse ejercicios y ésta vez no fue tan complicado y no se confundieron tanto por pensar en portugués. Tuvimos tiempo de sobra para practicar más. Tuve que inventarme oraciones y hasta un juego para que no se aburrieran mientras llegaba el descanso.

Después del descanso, se hizo la prueba y yo me alegraba cada vez más por ver la planilla llena de notas buenas. A medida que terminaban el examen se iban para la casa y yo me quedaba calificando. Cuando todos terminaron, el director me dijo que no tenía que volver en la noche. Así que ese día había terminado.





jueves, 27 de diciembre de 2012

São Paulo

Ya llegaba con el pre-concepto de que era una ciudad más grande y más peligrosa que Medellín, que no podía salir sola, que no podía sacar el celular, que no podía sacar la billetera, que no podía y que no podía. Hasta la bendición me daban cuando decía que allí me quería quedar un tiempo mientras empezaba mi intercambio. Días antes del viaje empecé a mirar mis contactos de skype y facebook y recordé que tenía un amigo de esa ciudad, que justamente era taxista y que no creía que fuera yo a ir a visitar su país. Se ofreció muy amablemente a recogerme en el aeropuerto y llevarme hasta el lugar donde me iba a quedar.

Primer riesgo: no tenía ni idea de quién era, habríamos hablado, si mucho, cuatro veces en la vida; no sabía nada sobre su familia pero aún así acepté que me recogiera. El vuelo llegaba a las 2am y no creo que otra persona fuera a ofrecerse para ir a buscarme (el aeropuerto queda lejos de la ciudad). El segundo riesgo que tomé fue con el hospedaje. Por esos días conocí el sitio web www.couchsurfing.org por medio de mi amiga Sandra Castaño. Empecé a mirar cómo funcionaba y de repente me llegó una invitación para quedarme en la casa de un hombre, Paulo. Él decía que aunque yo fuera nueva en el sitio, el quería conocer a alguien de mi cultura y pues que su casa estaba disponible. Acepté también! Claro, en mi familia nadie sabía de eso, ni se lo imaginaban. No quería preocupar a ninguno sin haberme ido aún.

Esa madrugada cuando llegó el vuelo, fui a recoger mis maletas y ahí, en frente de la puerta estaba Thiago. Acepto que varias veces pensé que no iría a aparecer y que tendría que tomar un taxi pero no, él cumplió con lo que había dicho. Menos mal hablaba inglés y pudimos comunicarnos con facilidad. Llamamos a Paulo, que me recibiría en su casa y entre dormido nos explicó por donde quedaba su casa. Todo el camino conversamos, escuchamos música turca y compartimos algunos gustos en común sobre esa cultura. Tengo demasiado que agradecerle a él. Fue la primera persona que conocí en Brasil y uno de los que no dudo ni un segundo para ayudarme en lo que quería.

Llegamos al edificio donde vive Paulo y las llaves de su casa estaban en la portería, subimos y estaba bastante dormido. Thiago se fue para su casa y quedaba ya en manos de ésta persona que me había hecho la invitación por una página de internet. Estaba él ya hacía tanto rato dormido que me saludó rápidamente, me mostró la habitación donde me iba a quedar, me prestó el computador para escribir a mi familia y se entró a su cuarto inmediatamente. Fue bastante extraño y me puso nerviosa. Se suponía que al amanecer el me despertaría para llevarme a un parque pero cuando me desperté ya se había ido. Me dejó una nota bajo la puerta explicándome que, con su novia, intentaron levantarme pero al final decidieron dejarme durmiendo y luego me llevarían a conocer.

También en la nota me explicaban cómo llegar al café más cercano, al metro y además me pedían el favor de que alimentara a su cachorro de unos poquitos meses de nacido. Como si a mi me gustaran las mascotas! Ahí estaba yo, sin saber cómo cuidar a un perrito pero ya encantada con él. Decidí entonces salir para conocer un poco pues no tenía activada la sim card del celular y no tenía la clave del wi-fi para contactar a alguien. Salí de la casa y le pregunté al portero sobre el camino que debía tomar, pues no había entendido muy bien las indicaciones en la nota de Paulo. El señor no entendía lo que yo quería y yo tampoco le entendía a él, así que me regaló un minuto para llamar y cuando contestaron se le acabó el saldo. Estábamos sin saber qué hacer.

En ese momento salía un señor del edificio y el portero le explicó lo que pasaba, así que el vecino se ofreció a llevarme hasta la estación y de nuevo: acepté!
Él sólo me hablaba por señas, me decía que lo siguiera. En el camino hacia el metro intentamos comunicarnos y me ayudó a activar mi celular, además de que me dejó dentro del metro y me regaló un mapa en el cual me señalaba las estaciones que podrían servirme. Di un corto paseo en el metro, no quería que se oscureciera y luego no supiera cómo regresar a la casa. Saliendo de la estación ya no reconocía el camino, así que le pregunté a una señora y ella iba por ese mismo lado además de que tenía un esposo español y pudo entenderme súper fácil.

Cuando llegué a la casa ya estaba Paulo con su novia, Heloisa. Me dieron la bienvenida, se disculparon por no haberme podido esperar la noche anterior, me llevaron a conocer varios lugares y a comer en un buffet de sopas. Si el tráfico me desespera en Medellín, allí me enloquecía. Podía durar 3 horas en un trayecto muy corto y los carros ni se movían, lo mejor definitivamente era usar el metro.
Los nervios ya habían desaparecido y me sentía como en mi casa, la habitación era muy cómoda y tenía todo lo que yo necesitaba. Esa noche terminó rápido y ya llegaba un nuevo día, con otra nota de mi anfitrión y muchas cosas por vivir.

Pude comunicarme con mas personas que también había conocido en aquél sitio web pero que habíamos acordado para salir a conocer. Durante en día salí con Jader, viajamos en metro y visitamos muchos lugares. Él me llevó a conocer varios de los mejores lugares que tiene esa ciudad.
Estuvimos en el barrio liberdade, que es japonés y te sientes como si estuvieras entrando a un país diferente. Todas las personas con "ojos rasgados", las lámparas, las calles, los almacenes, los restaurantes, todo es demasiado oriental allí. Lo primero que probé fue "melona", una paleta con sabor a frutas, deliciosa. Luego fuimos a visitar museos donde conversamos con japonesas que nos contaban sus historias, bueno, en realidad conversaba más Jader que yo :D él era mi traductor oficial.

Después fuimos a almorzar a un restaurante vegetariano, una carta bastante "exquisita". Jader me explicó todos y cada uno de los platos, nos reíamos mucho pues había cosas a las cuales yo no les encontraba relación. Por ejemplo, un jugo de aguacate. Terminamos el almuerzo y seguimos recorriendo San Pablo. Vimos plazas, parques, calles y finalmente llegamos a un edificio alto desde donde podríamos divisar gran parte de la metrópoli. Fue encantadora esa parte del paseo, el guía del edificio fue muy amable y nos permitió quedarnos bastante tiempo allá arriba, yo asombrada y muy contenta.

Ya terminando la tarde nos fuimos para la Av. Paulista, donde me encontraría con Milena, otra colombiana que estaba allí. Con ella probé lo mejor y lo peor de Brasil: trufas rellenas y jugo de açai. Conversamos y también conocimos algunos lugares por esa avenida. Thiago, el que me había recogido en el aeropuerto, fue a buscarnos y dejamos a Milena en su casa. Esa noche conocí a la familia de él, una familia muy bonita y acogedora. Su mamá y su hermana fueron muy amables y me atendieron súper bien.
Vivía a 45 minutos de la casa de Paulo pero me dejó de nuevo allá. No podía creer que pudiera portarse tan bien conmigo si apenas nos habíamos visto. Pero así era.

Al día siguiente seguía conociendo la ciudad, durante el día. En la noche, Farley fue a buscarme a la casa y fuimos juntos a comer. Es una persona demasiado agradable para conversar, tiene mucho por contar y además quería conocer sobre mi ciudad. Aparte de eso, estaba estudiando español, entonces aprovechó y practicó conmigo. Por primera vez me comía un "lanche" en Brasil, fue delicioso.
Después nos fuimos a caminar hasta llegar a la casa de su padre, también muy amable. Finalmente nos fuimos para un bar donde tomamos cerveza de trigo y seguimos conversando. Aunque ya era la madrugada, me llevó cerca de algunos lugares que yo no había conocido y prometió llevarme cuando regrese a su país. (Una de las promesas que me traje del Brasil)

Ya se agotaba mi tiempo en San Pablo pero todavía tenía tres meses adelante con miles de historias. Temprano al día siguiente, Paulo y Heloisa me llevaron a la terminal de transportes donde ya tomaría mi camino hacia el estado de Santa Catarina.

Pasé días increíbles en ésta capital.

Aquí quiero mencionar, como forma de agradecimiento, a todas esas personas que me ayudaron en esa ciudad. Los que me hospedaron, los que salieron conmigo, los que me dieron indicaciones... en fin, para todos los que permitieron que mi estadía durante la primera semana fuera un adelanto para saber todas las aventuras que viviría. Por demostrarme que las personas buenas abundan en el mundo y que la amistad traspasa cualquier frontera e incluso cualquier idioma. 
Thiago y su familia, Paulo Saporito y su novia Heloisa, Jader Arruda, Farley Pablo e incluso una colombiana: Milena Restrepo. Al portero del edificio, al vecino que me llevó hasta el metro, a la señora que me encontré en el camino hacía la casa, a los japoneses del barrio liberdade, a las meseras del café cerca de la casa, a las guías del metro... São Paulo, una ciudad con tanto calor humano como su tamaño.











La decisión


Donde se empiezan a escribir unas páginas maravillosas de mi vida.

Hacía ya dos años que había ingresado como miembro de AIESEC en mi ciudad. Entré a la organización porque quería irme de intercambio para Turquía y veía todas las posibilidades a mi favor por medio de ésta ONG. Cuando entré, empecé a conocer muchas personas y a identificar mejor los procesos que se llevaban a cabo para traer personas de otros países y para que colombianos también tuviéramos esa oportunidad. Me enamoré totalmente del trabajo que se realizaba y empecé a trabajar como miembro de un equipo.


Pasaba el tiempo y todavía no se cumplía mi primer propósito que era hacer un intercambio, estaba súper animada con lo que venía haciendo y no quería dejar todo el trabajo iniciado para viajar.

Empezando el 2012 recibíamos muchos practicantes de Brasil, además de que por medio de la Internet conocí a muchas personas de ese país; la verdad no me interesaba aprender portugués y tampoco tenía ganas de viajar a un país "allí cerquita", yo quería conocer una cultura diferente, que también estuviera obligada a hablar inglés, donde yo no pudiera hacer uso del español porque nadie me iba a entender.


Pues bien, la vida no siempre funciona con nuestras ideas y, muchas veces, aquello que no queremos se convierte en un sueño increíble. Por medio de AIESEC comencé a mirar algunas prácticas que tenían disponibles en Brasil y en Turquía, las del primer país estaban muy conectadas con mi carrera (y eso era lo que necesitaba) en cambio en el país turco eran un poco diferentes. Ahora era cuando todo se ponía complicado, pues se empezaba a despertar un interés muy grande en mí por viajar a Brasil.



Fue ahí cuando conversé con personas que conocía allá, con amigos que ya habían ido, con brasileños con los que tenía cierta cercanía y estaba fascinada con la idea de realizar el viaje aunque no supiera ni una palabrita en portugués. Luego venía la decisión de irme al norte o al sur: quedan realmente lejos uno del otro. Si escogía el sur, probablemente no conocería el norte y viceversa. Finalmente cuando decidí que quería mucho estar en el sur, me di cuenta de que en Brasil hay invierno; yo como muchos otros extranjeros, me imaginaba que era un país como Colombia donde tal vez llovía pero nada para preocuparse. Fue entonces cuando un amigo que estaba en el sur me dijo: "hoy estamos a 2° y se va a poner peor para mitad de año". 



¿Por qué me iría para Brasil en un invierno tan cruel cuando en Turquía estarían en verano? Verano en el mediterráneo, ¿quién lo rechazaría? 

Pues me arriesgué a vivir la experiencia, el mismo día compré abrigos, guantes, bufanda, medias y todo lo que podía ver que me sirviera para que no fuera muy aterrador el encuentro con aquél clima. En mi familia estaba la duda e insistían con que lo pensara bien y decidiera cuál sería el mejor destino. Pues el destino elegido fue: Joinville, Santa Catarina, Brasil. ¿Join qué? ese nombre suena como a país europeo, no vaya a ser que esté haciendo contrato con un lugar imaginario. Otro choque sin salir todavía del país.


Me hicieron una entrevista, todo fue genial con el brasileño que me entrevistó: estaba más encantado el con Colombia y tenía más preguntas sobre el país que sobre mí. Días después me confirmaron que había sido aceptada y ya tenía mi intercambio. Profesora de español para jóvenes y adultos en un colegio. Por esos días también me confirmaron que tenía una familia, ¡una familia brasileña! qué emoción sentía. Hablé por primera vez con una de las hijas, Lara, con quien me sorprendí pues hablaba español y fue más fácil comprender todo el proceso que iniciaría. 

El martes 15 de mayo salí de Medellín, con destino a São Paulo. Las despedidas fueron muy bonitas y emotivas. La semana antes del viaje me reuní con muchísimos amigos, fuimos a comer, a bailar, a conversar por esa última vez. Fueron varios días de encuentros y mensajes especiales, de recuerdos, regalos y memorias que siempre tengo en el corazón.
El día del viaje fui al aeropuerto con mis papás, mis hermanos y mi padrino. Allí estaba esperándome, también, Sandra. No podía irme sin que nos despidiéramos. 

Llegué iniciando el 16 de mayo. Una fecha que marcaría el comienzo de muchas vivencias, alegrías, personas maravillosas y que terminarían con ese sentimiento tan brasileño: SAUDADES!
Muchas veces, esas historias, sólo se viven y se sienten una vez. Además nadie las va a sentir como quien de verdad las vivió. Quiero compartir todos esos momentos y sentimientos bonitos, chistosos, extraños, en fin! que puedan disfrutar y conocer al menos una parte de mi experiencia en Brasil.